Comercio internacional del libro en cifras
Comercio internacional de la industria editorial en los países hispanohablantes
Comercio internacional de la industria editorial en los países de la Alianza del Pacífico
Panorama global del sector editorial: la cadena de valor, los agentes y la circulación del libro
En la actualidad, la cadena de valor del libro se caracteriza por contar con dos grandes grupos de agentes, que adicionalmente hablan un lenguaje diferente: en primer lugar, están los agentes “tradicionales” que ya tenían un rol claro en la era analógica. Esto incluye a escritores, correctores, traductores, editores, impresores, distribuidores, librerías, bibliotecas, revistas y medios de comunicación que recomiendan libros, y finalmente el lector. Estos actores pueden incorporar herramientas digitales en su trabajo, pero tienden a respetar la lógica de cadena lineal, en la que cada actor le pasa el producto al actor siguiente para agregar valor. Un segundo grupo son nativos digitales: las grandes plataformas de Internet y también otros proyectos de menor tamaño como pueden ser los startups, los sitios de autoedición o los sistemas online de recomendación de libros que no tuvieron que pasar por un trabajo de conversión de formatos. Estos actores tienen como desventaja que no conocen a fondo el sector del libro, pero a su favor tienen un lenguaje propio e integran verticalmente toda la cadena (Lado B, 2020).
Fenómenos como la deslocalización de actividades puntuales como la impresión y la generación de nuevos modelos de negocios para facilitar la circulación (principalmente en el contexto digital) han generado importantes modificaciones en la cadena del libro. Por ende, los procesos de comercialización y circulación a nivel nacional e internacional se han visto afectados. Uno de los resultados visibles es el decrecimiento del comercio internacional de los libros físicos, que responde, por un lado, a la concentración de la demanda internacional de servicios de impresión en China, que en 2018 fue la quinta potencia exportadora de libros al prestar servicios de impresión y de distribución directa; por otro lado, el tránsito a formatos digitales, principalmente de los libros académicos y finalmente a la concentración de la oferta en los mercados locales. Adicionalmente, este es un sector que se caracteriza por la presencia de empresas transnacionales que concentran la producción de contenido y los canales de distribución, así como también los flujos internacionales entre casas matrices, además de frecuentes procesos de absorción de editoriales medianas y pequeñas. 1
Pese a los cambios que viene enfrentando el sector editorial a nivel global, la cadena de valor de la industria editorial es una de las más consolidadas y tradicionales debido a la importante trayectoria del libro como instrumento educativo y de generación de capital cultural en la sociedad. Inclusive en los últimos cinco años países como Estados Unidos, reportan que las cifras de ventas de libros impresos han mejorado y ascienden a más de 650 millones dólares por año y que las ventas de audiolibros (2019) generaron más de mil millones de dólares en ingresos, y la cantidad de títulos producidos también creció año tras año. Las tasas de crecimiento anual de los ingresos mundiales por publicación de libros entre 2018 y 2023 proyectadas en el portal de Statista prevé un crecimiento del 1.2% en todas las regiones del mundo, con Asia Pacífico jalonando este crecimiento.
En cuanto a la cadena de valor, el primer eslabón, que si bien no es el objetivo de esta investigación, pero debe mencionarse, es el correspondiente a la creación. Todos los agentes que crean contenidos forman parte de esta etapa: los escritores y los ilustradores, así como los autores de textos académicos o investigativos, fotógrafos, entre otros. El autor o creador es quien genera los contenidos para el sector editorial, en la mayoría de los casos un manuscrito o, en otros, contenidos que deben adaptarse a este formato (el caso de obras visuales o de guiones cinematográficos, por ejemplo). La relación entre el autor y el editor incrementa el valor económico, simbólico, estético, social y espiritual del manuscrito (Throsby, 2001).
Cadena de valor del ecosistema editorial
En esta etapa creativa intervienen los agentes literarios, los scouts, los traductores y diseñadores gráficos que pueden generar valor al manuscrito. En el caso de los agentes literarios, estos agentes son indispensables para que los contenidos editoriales de cualquier origen tengan un lugar en otros territorios, debido a que también pueden representar los catálogos de las editoriales independientes ante otras editoriales a nivel global para la venta de los derechos de edición, traducción o subsidiarios. 2 En los países de la AP, la presencia de estos agentes es muy baja, pero no por esto deja de ser relevante, sobre todo cuando se encargan de movilizar contenidos muy puntuales a través de editoriales independientes afines en la región, posibilitando una mayor presencia de obras y autores ante diferentes públicos. Lo reducido de este espectro tiene que ver, indudablemente, con la dimensión de los mercados locales y su condición periférica ante mercados como el español o de otras lenguas, así como a las trayectorias particulares de los autores y las dinámicas de consumo que puedan llegar a establecerse en ciertos territorios. Según la encuesta realizada a los agentes, aproximadamente el 15% de los bienes y servicios del sector editorial de la AP transados a nivel internacional son de derechos de autor, una cifra modesta frente al flujo de libros (85% de los agentes transa libros), lo que muestra que no hay un mercado desarrollado de la venta de derechos; sin embargo, pese a los pocos agentes literarios presentes en los países AP, son estos quienes logran hacer las transacciones efectivas.
En la generación de valor en el manuscrito también intervienen los traductores, que preservan el valor social y simbólico de una obra y son intermediarios creativos al traducir el contenido a otro idioma. Estos toman relevancia en el proceso de internacionalización. El papel del traductor es de doble vía, lleva del español a su lengua materna o de una lengua extranjera al español. Este es un proceso de intermediación complejo y costoso, que requiere fortalecer vínculos con mercados editoriales consolidados como el anglosajón, el chino, el portugués, el alemán y el francés, entre otros, donde la participación estatal con programas de traducción juega un rol importante, como lo demuestran las iniciativas de México, Chile y Colombia.
En la etapa creativa también es frecuente que el autor edite, distribuya y comercialice su obra de forma directa. Esta figura se conoce como autor-editor, y aunque escapa al enfoque de esta investigación, no deja de ser un aspecto llamativo y que va en aumento, sobre todo por las distintas plataformas de autoedición que han tomado mucha fuerza en la última década, aunque usualmente se conservan en una dimensión local hasta que entran en juego agentes tradicionales como las editoriales transnacionales. 3
El segundo eslabón de la cadena es el de edición, que es el conjunto de procesos que transforma contenidos en libros, digitales o físicos, para que sean distribuidos. Esta actividad es desarrollada por las editoriales que son el nodo principal de la red, en el que confluyen los elementos creativos con los elementos mercantiles. La primera función de las casas editoriales es la adquisición de los derechos sobre el material creado; posteriormente, el desarrollo de este a través del proceso editorial, al que le sigue el diseño de la presentación final, además de gerenciar todos los procesos de producción y de distribución de los libros. Estos agentes son los encargados de estimar los costos del proceso y de generar modelos de negocio para hacer que su catálogo sea sostenible en el mercado, por lo tanto, también es el principal responsable de las tareas de promoción.
En el caso de los países de la Alianza del Pacífico las editoriales se caracterizan por ser de pequeña y mediana escala, a excepción de las transnacionales y algunas editoriales grandes de capital nacional, que concentran las ventas en el mercado interno. La labor de editar contenidos locales, no asociados al mercado del texto académico, jurídico o religioso, está encabezada por la editoriales de pequeño y mediano tamaño, que por lo general, no cuentan con canales de distribución propios, razón por la cual dependen principalmente del limitado mercado local, mientras compiten con una gran cantidad de títulos distribuidos por empresas transnacionales que tienen una mayor capacidad de negociación con los intermediarios de la cadena, y también actúan en este nicho para desarrollar los mercados específicos a través de autores locales que pueden llegar a tener potencial de circulación a nivel internacional. A pesar de estas dificultades, estas editoriales han logrado generar contenidos que toman mayores riesgos y que se conectan de una forma más cercana con diferentes comunidades, lo que se convierte en una oportunidad para internacionalizar esos contenidos y catálogos locales dirigidos a públicos semejantes.
Para llevar a cabo el proceso de producción, que finaliza con la impresión de un libro, se establece un tiraje, que es el número de ejemplares que serán impresos en dicha edición. Habitualmente, el tiraje de un libro de una editorial de pequeño y mediano tamaño está entre 500 y 1.500 ejemplares. Estos son distribuidos principalmente en el mercado local: a partir de la encuesta implementada para este diagnóstico, se puede concluir que la circulación del libro en los cuatro países se realiza principalmente en el mercado interno; el 62% de los encuestados no tienen vínculos para el flujo de bienes y servicios a nivel internacional. Vale la pena mencionar que muchas editoriales se desempeñan como distribuidoras, un comportamiento recurrente en los cuatro países. Dada la cantidad de ejemplares, muchas veces las editoriales (pequeñas y medianas) no tienen incentivos para exportar los libros, porque al menos el 60% de la producción espera ser vendida en el mercado interno y los costos de movilización del material restante no se compensa con los ingresos recibidos por la venta en el extranjero. También hay que mencionar que las ventas digitales escapan a esta lógica y plantean otra relación con los canales de compra.
Cuando los libros van al mercado internacional se consideran una exportación de un bien cultural y pasan por todos los desafíos que implica movilizar bienes: procesos de aduaneros, costos de transportes, nacionalización, etc., para la posterior distribución en el lugar de destino. Solo el 38% de los agentes encuestados tienen vínculos con mercados internacionales, y de estos agentes, el 54% son editores que comercializan libros físicos, y la venta de servicios editoriales es prácticamente inexistente (7%). Complementario a esto, a partir de entrevistas con agentes del sector, se encontró que es frecuente que los editores movilicen consigo los libros a los países en los que participan en ferias o eventos relacionados. Una vez en el país de destino, los ejemplares son entregados a editoriales afines para que los integren a sus canales de distribución o se entregan directamente en los puntos de venta. Este proceso de exportación es informal, en la medida en la que no es una relación continua que permita efectivamente abrir mercados; por el contrario, las experiencias no han sido satisfactorias porque al tratarse de pocos ejemplares el proceso de recaudo es muy lento, el flujo de pagos es inestable y en muchas ocasiones el seguimiento se pierde y resulta más efectivo abandonar los libros y cerrar el canal.
Posterior a la producción del libro, físico o digital, viene el proceso de la distribución 4 que le aporta valor al sector al realizar una “curaduría” que identifica una oferta editorial atractiva para un público determinado y moviliza los libros a estos destinos, sea al interior de cada país o en el extranjero. Las empresas distribuidoras constituyen un nodo que le brinda accesibilidad a las editoriales, pues son el agente a través del cual estas pueden hacer llegar sus productos a otros mercados. Las interacciones comerciales de mayor relevancia e intensidad que tienen se dan con las librerías, aunque también son notables sus relaciones con las instituciones educativas y las ferias como escenarios para visibilizar sus portafolios.
Hay que mencionar que las distribuidoras de los países de la AP, en términos generales, reproducen el esquema de concentración del mercado donde predomina la producción española, a lo que se suma la reducida presencia de contenidos de la región que implican un mayor riesgo comercial. A partir de las entrevistas, se evidenció que las distribuidoras de los países de la AP, pese a tener interés, no tienen incentivos para mover los catálogos de las editoriales pequeñas y medianas por varias razones: la primera de ellas es que en los mercados de destino no están posicionados las editoriales, los sellos y sus autores, y abrir un nicho de mercado es costoso y requiere tiempo; la segunda, la escala del tiraje y los tiempos de producción de estas editoriales no aseguran la permanencia en el mercado de destino y elevan los costos de movilidad; la tercera es que los distribuidores no tienen la información del mercado de destino y desconocen las posibilidades que tienen los catálogos de este tipo de editoriales. Por las razones anteriores, las distribuidoras no toman riesgos en los procesos de internacionalización, aunque hay mercados por desarrollar. Consecuente con esto, la encuesta mostró que de los agentes que tienen vínculos internacionales tan solo el 11,5% son distribuidoras. Ahora bien, las distribuidoras plantean realizar alianzas estratégicas de carácter exclusivo con editoriales medianas y pequeñas en otros países de la AP, para así obtener los derechos y reimprimir en el país, dado que resulta mucho menos costoso que importar.
En cuanto la producción y distribución de libros digitales también surgieron nuevos agregadores, es decir, nuevos distribuidores que compilan los catálogos de las editoriales, como Overdrive. 5 Otro actor importante es Bookwire, un agregador generalista —esto es, un distribuidor digital cuyo catálogo incluye temáticas y áreas diversas—. En la región operan pocos agregadores de e-books especializados en contenidos en español, mostrando un claro desequilibrio para los agentes de la región.
Al final de la cadena de valor, y así cumplir con el proceso de diseminación, están las plataformas de comercialización, que son los espacios o agentes que se encargan de poner a disposición del consumidor final el libro físico o e-book. En el sector editorial, estos espacios son las librerías, las ferias del libro y las plataformas en internet, sumando a las bibliotecas, los colegios, las universidades y el sector público juegan un importante rol en el proceso de circulación del libro. Las plataformas de comercialización actúan también como intermediarios que proporcionan información a los consumidores, así que son gatekeepers o certificadores que influencian a los lectores finales.
Las librerías son el canal tradicional a través del cual los consumidores individuales compran libros. Su valor consiste en hacer divulgación de la oferta literaria y ofrecer una curaduría informada de los contenidos disponibles. Por esta actividad el librero es considerado como el principal influenciador del sector editorial y el principal atributo con el que este agente cuenta es su criterio. A pesar de esto, y en medio de la pandemia, las librerías han tenido que adaptarse a entornos digitales y hacer ventas por internet, para así ampliar su mercado a través de estas plataformas. Un intermediario de consumo presente en toda la AP es Buscalibre (2007), la plataforma de venta online de libros impresos que ha tenido un crecimiento acelerado en los últimos años y especialmente durante la pandemia y que ha generado conflictos entre el tejido librero.
En los países de la AP las percepciones de los agentes es que el tejido librero es precario, en cantidad y variedad, para las necesidades de circulación que tienen los libros en los mercados locales. Pese a esto, las librerías juegan un rol determinante en la circulación de los libros en los mercados nacionales, pero también son agentes activos en el comercio internacional de los libros: al menos el 11.5% de los agentes que tienen vínculos internacionales son librerías, en una participación igual a la de los distribuidores. A partir de las entrevistas se encontró que, ante la ausencia de distribuidores que amplíen los catálogos, las librerías se están acercando a editoriales que no tienen distribuidor en su país, bien sea por que les interesa ofertar el catálogo o por la demanda de un público interesado.
Las ferias del libro son escenarios que no solo permiten la conexión de los libros con los consumidores finales, sino que estimulan el encuentro entre agentes de la cadena, propiciando negocios, procesos creativos e intercambio de conocimientos. Durante 2020, las ferias de libro fueron virtuales, además de las grandes damnificadas de la pandemia, y es muy probable que en el mediano plazo sean híbridas; es decir, combinen la presencia física con la virtual. Este será el nuevo factor determinante en el mercado editorial que desde ya se manifiesta en un notable descenso de ventas que afecta, como es lógico, a toda la cadena.
Dentro del panorama del libro las Ferias Internacionales, eran los grandes eventos en los que se concentraba la participación de diferentes agentes y que convocaban a un público interesado por la amplitud y calidad de su oferta. Por otra parte, se debe mencionar que una estrategia común a todas estas ferias es la participación de un invitado de honor, que representa una alta inversión para el país invitado que no necesariamente garantiza una permanencia en el mercado anfitrión. En contraposición, las ferias de mediano o pequeño formato, con un criterio establecido y claro, han dado muestras de una alta efectividad, para convertirse en alternativas para editores, distribuidores, librerías y lectores, especialmente para la producción independiente.
Para los agentes de la AP, la Feria del Libro de Guadalajara, la Feria del Libro de Buenos Aires, La Feria del Libro de Santiago y la Feria del Libro de Bogotá son referentes claves como plataforma internacional para generar vínculos entre los agentes. En cuanto a las dinámicas independientes, las ferias de Chile y Argentina son modelos relevantes. Aunque es innegable el valor de las redes sociales para tender puentes, promover actividades conjuntas e invitaciones, así como dar cuenta del movimiento de las ferias en cada país, la asistencia presencial y el recorrido por la feria física sigue siendo para algunos una experiencia irremplazable. Las ferias internacionales son espacios importantes para hacer contactos en el día como en las actividades culturales de la noche. Permiten también establecer un estándar de calidad respecto a la logística de cada evento, el número y la calidad de agentes participantes con relación a las ventajas de oportunidades para hacer negocios perdurables, identificar y conocer en persona actores cruciales para eventos futuros o contactos para proyectos que se puedan dar en el mediano y largo plazo.
Finalmente, está el eslabón del consumo o comportamiento lector, que también ha cambiado sustancialmente. Los países de la AP, como se verá, se caracterizan por un bajo consumo lector y un claro desplazamiento hacia otro tipo de contenidos, dinámicas y plataformas de las cuales Netflix es el mejor ejemplo. El streaming (películas, música, podcasts, entre otros) es una modalidad de consumo cultural que ha involucrado a la industria del libro y a otras formas de entretenimiento, a través de plataformas como SCRIBD o 24Symbols, que cada vez tienen un catálogo más amplio y rico. Las grandes plataformas de internet también están en el comercio del libro digital, en particular Google con su Play Books y Apple con iBooks. Reconocer los mecanismos para incidir en este comportamiento o hacer parte de esta oferta es uno de los retos a futuro para todos los agentes de la cadena.
Comercio internacional del sector editorial
La circulación del libro a nivel internacional no está circunscrita a variables endógenas a la cadena del libro exclusivamente; factores económicos como la devaluación de los países frente al dólar o los modelos productivos adoptados, el clima político y las apuestas de las políticas públicas en materia de educación, por ejemplo, son factores indirectos que también contribuyen a determinar los flujos comerciales del sector editorial. Uno de los factores exógenos a la cadena editorial de mayor relevancia en la circulación es la geopolítica que establece relaciones históricas de centro y periferia, donde a partir de movilizaciones de actores editoriales por coyunturas políticas (dictaduras o guerras) se fueron generando nuevos centros. Sin duda, es la zona lingüística la que determina los mercados editoriales, en la relación centro-periferia y el mercado hispano parlante no es la excepción y está fuertemente determinado por la relación de España con los países de Latinoamérica. Para el caso de este mercado fueron México y Argentina los países que se configuraron como nuevos centros de la industria editorial del continente, en principio por el continuo flujo de agentes del sector editorial español debido a coyunturas políticas u oportunidades económicas.
Las cifras de comercio internacional expuestas en esta investigación lo reiteran. España representó en 2018 el 72% de las exportaciones, y México el 16%, con una brecha de centro-periferia del 56%. Adicionalmente, México es el principal destino de exportación del sector editorial español (86,1 millones de euros en 2019), seguido por Francia y Argentina (ambos con cifras sobre los 70 millones de euros en 2018). Durante 2019 México fue el principal exportador de libros a España (aproximadamente 259.7 mil libros); Argentina ocupó el segundo lugar (155 mil libros), seguido de Estados Unidos (139,4 libros) (Statista 2020). Consistente con las anteriores cifras, para el caso de los países de la Alianza del Pacifico, México representó en 2018 el 69% de las exportaciones y Colombia el 19%, con una brecha del 50%. En cuanto a las importaciones, las brechas entre España (34%) y México (28%) se cierran y dejan claro que el comercio internacional del mercado hispanoparlante está determinado por esta relación.
Contrarias a las relaciones de centro-periferia, la distribución del mercado global del comercio internacional del libro tiene una distribución más homogénea entre países “centro” como Reino Unido (15%), Estados Unidos (13%), Alemania (12%), China (11%), Polonia (8%), Francia (3,3%), Holanda (4%), España (3,3%). Cabe resaltar que España, siendo el centro del mercado hispanoparlante, representó el 3.3% de las exportaciones del total del mercado editorial en 2018. Estas cifras evidencian que es el inglés la lengua que domina el mercado, seguida por el alemán y el francés, que, a la vez, son lenguas de enlace con la periferia en materia de traducciones. Es importante señalar que, desde los años ochenta, estos países han contado con importantes políticas de ayuda a la traducción y a la exportación de los productos editoriales para facilitar la circulación a nivel internacional y como una medida que contribuye a preservar la diversidad cultural ante mercados que se concentran y establecen hegemonías culturales.
Si bien los países de la periferia han hecho esfuerzos desde la política pública para fortalecer el sector editorial y contrarrestar la alta concentración de la edición del centro, han sido medidas de mitad del siglo pasado concentradas en robustecer la producción lo que, en algunos casos, llevó a consolidar principalmente la prestación de servicios gráficos (impresión) y no a posicionar los contenidos editoriales en el mercado global. Son recientes en los países latinoamericanos las políticas dirigidas a la internacionalización del sector editorial y han estado conducidas, desde las cámaras y las agencias de exportación, a facilitar la participación de los agentes en ferias internacionales, incrementar las capacidades de negociación, la identificación de mercados y menos en políticas que generen puentes entre agentes para disminuir el riesgo de hacer apuestas en contenidos de estos países (de pequeñas o medianas empresas) como las políticas de traducción, de coedición o negociación de derechos de impresión. Menos aún han podido ser resueltas la disminución de barreras al comercio del libro físico, en mediana y pequeña escala, como las gestiones aduaneras, los costos de transportes, la generación de tratados de comercio, entre otros
Pese a lo anterior, el intercambio internacional del sector editorial entre los países de la AP se da, bien sea porque comparten en sus territorios las transnacionales, principalmente las españolas, que han hecho circular autores locales en Latinoamérica, o porque los agentes independientes de menor tamaño han logrado construir redes de intercambio a una escala imperceptible por las entidades de comercio internacional y los mismos gobiernos. Romper la barrera de circulación entre la gran escala y la pequeña es lo que haría visible la oferta editorial entre países. De ahí la importancia de fortalecer agentes de intermediación mercantil como los distribuidores de mediana y pequeña escala y disminuir el riesgo de apostarle a movilizar catálogos de editoriales desconocidas en los mercados de llegada. O de generar vínculos entre editoriales para las coediciones o entre librerías para consolidar demandas locales y recomendar apuestas.
Comercio internacional del libro en cifras
A nivel mundial el sector editorial representó, para el año 2018, el 16% de las exportaciones de bienes culturales, con un volumen comercial que ascendió a 20.680 millones de dólares, cifra que tuvo una importante contracción al considerar que para el periodo de 2008 estaban valoradas en 25.231 millones de dólares. En el caso de las importaciones, éstas también alcanzaron una participación del 16% para el mismo periodo, con un volumen transado cercano a los 19.404 millones de dólares, lo que significó una reducción del 29% en contraste con el año 2008 (27.158M).
Durante la década 2008-2018, se evidenció una tendencia decreciente en los volúmenes netos del comercio internacional del sector editorial a nivel mundial (Gráfico 1), que podría explicarse parcialmente por la crisis financiera y de deuda que marcó ese periodo, y a la digitalización de contenidos, una práctica cada vez más creciente que ha implicado un cambio coyuntural en las dinámicas del sector. Sin embargo, para los años 2017 y 2018 parece que se revierte levemente esa tendencia, ante incipientes tasas de crecimiento en el valor de las importaciones (2% y 7%) y de las importaciones (2% y 4%, respectivamente).
Gráfico 1. Evolución de las importaciones y exportaciones en el sector editorial, 2008-2018
Fuente: Elaboración propia con base en datos de UNESCO (2020).
De acuerdo con la estructura y composición sectorial, la subpartida arancelaria de Otros libros, folletos e impresos similares representó el 71% sobre el total de las exportaciones para el año 2018; seguido por Periódico y prensa con un 17% y Libros impresos, folletos, prospectos e impresos similares con el 11%. A nivel de importaciones, las participaciones corresponden respectivamente al 74%, 18% y 8%, es decir, cambia la magnitud, pero conservan un comportamiento similar.
Asimismo, datos de la UNESCO (2020) sobre comercio internacional permiten evidenciar que las exportaciones del sector editorial tienen una importante concentración en pocos países, por ejemplo, cinco países fueron los responsables del 59% para el año 2018. Por su parte, el Reino Unido lideró las exportaciones en ese año con una participación del 15% que representó cerca de 3.000 millones de dólares, seguido por Estados Unidos (13%), Alemania (12%), China 6 (11%) y Polonia (8%).
En lo que refiere a las importaciones, se evidencia un mercado más competitivo, debido a que los países que concentran gran parte de las exportaciones representan en este caso el 38% del volumen total transado. Estados Unidos asume ahora un papel importante, puesto que su participación en las importaciones en el sector editorial fue del 11%, seguido de Alemania (9%), Reino Unido (8%), China (7%), mientras que Polonia aportó tan solo el 3%. En este rubro cabe mencionar la preponderancia que tuvo Canadá (8%), Francia (5%) y Suiza (4%); en conjunto, estos ocho países representaron el 55% del total importado en el sector en el año 2018.
De ahí que países como Canadá, Suiza, Austria y Australia (estos dos últimos también con niveles de importación cercanos al 3%), con una balanza comercial notablemente deficitaria, son altamente dependientes del mercado internacional para satisfacer su demanda de bienes pertenecientes al sector editorial. Por otro lado, Estados Unidos, China, Reino Unido, Alemania y Polonia son exportadores netos; este último con un crecimiento acelerado en sus niveles de exportación, mientras que las importaciones crecieron a menor tasa.
Ahora, si se compara el valor del comercio en el rubro de exportaciones, para la década 2008-2018 se evidencia una reducción en los volúmenes transados en las economías más representativas en la industria, es decir Estados Unidos (-31.6%), Reino Unido (-16%), Alemania (-24.3%) y China (-17.3%). 7 Polonia, por su parte, es el caso más destacado de este periodo, ya que pasó de exportar 494 millones de dólares en 2008, a exportar 1.629 millones durante 2018; es decir, un crecimiento comparativo del 230%.
Con respecto al valor del comercio en la sección de importaciones para el periodo de referencia, países como Reino Unido, Estados Unidos, Canadá y Francia vieron reducido el valor del comercio de sus importaciones en comparación con el año 2008. Por ejemplo, en el caso de Estados Unidos, la variación a la baja fue cercana a 22%, mientras que en Francia fue del 39%. Por su parte, Alemania (17%), Polonia (157%) y China (186%) tuvieron un aumento en los volúmenes de sus importaciones.
Comercio internacional de la industria editorial en los países hispanohablantes
De acuerdo con la información contabilizada por la UNESCO (2020), al año 2018 el conjunto de países de habla hispana 8 exportó 952 millones de dólares en productos referentes al sector editorial, es decir, el 48% de sus exportaciones de bienes culturales, mientras que las importaciones ascendieron a 1.275 millones de dólares, representando el 28% de sus importaciones totales en la industria cultural. No obstante, tal como se puede apreciar en el gráfico 2, durante el periodo 2008-2018, tanto las exportaciones como las importaciones del sector editorial en este grupo de países perdieron fuerza, con una marcada desaceleración hasta 2015, cuando se llegó a 926 millones de dólares transados en el rubro de las exportaciones, monto mínimo observado en el periodo de estudio. Desde entonces, las exportaciones han crecido de forma lenta hasta ubicarse en niveles cercanos a los 952 millones de dólares para el año 2018, cifra que, en contraste con el valor del comercio efectuado en el año 2008, significa una contracción del 37%.
En el caso de las importaciones, el valor mínimo de comercio observado durante la década se presentó en el año 2016, cuando estas descendieron a 1.157 millones de dólares, es decir, 42% menos respecto al 2008. Desde entonces, las importaciones del sector editorial vienen en aumento. Este escenario implica que la balanza comercial del sector editorial en los países hispanohablantes, analizados de manera agregada, es deficitaria en cada uno de los años observados; sin embargo, hasta el año 2016 la brecha parecía cerrarse. Asimismo, el déficit comercial pasó de 477 millones de dólares en el año 2008, a representar solo 227 millones durante 2016; es decir, una reducción en la dependencia de productos editoriales de otros mercados cercana al 52%.
Vale precisar que la participación de este grupo de países en el comercio internacional del sector editorial viene perdiendo representatividad a nivel mundial, toda vez que las exportaciones pasaron de representar el 6% del valor comercializado durante 2008 al 4.6% en 2018. Por su parte, las importaciones descendieron en su nivel de participación del 7.4% al 6.6% en el mismo periodo. Esta situación debe ser un llamado a los gobiernos de habla hispana para que persistan en el estímulo y fortalecimiento a su industria editorial, de manera que no quede completamente relegada por las publicaciones en otros idiomas.
Gráfico 2. Evolución del comercio internacional de la industria editorial en los países de habla hispana, 2008-2018
Fuente: Elaboración propia con base en datos de UNESCO (2020).
Ahora, conforme a la estructura y composición sectorial, para el año 2018 el subsector Otros libros, folletos e impresos similares, representó el 83% de las exportaciones, seguido por Periódico y prensa con un 10%, para finalizar con Libros impresos, folletos, prospectos e impresos similares, con el 7%. A nivel de importaciones, las participaciones son del 85%, 8% y 7%, respectivamente.
Con respecto a la importancia relativa que tienen los países hispanos en su comercio internacional de bienes editoriales, se precisa que es de lejos España el que posee mayor cuota de mercado con una participación a nivel de exportaciones cercana al 72%, seguido por México (16%), Colombia (4%), Argentina (3%) y Perú (2%). Estos países concentraron el 97% de las exportaciones en materia editorial que hizo el grupo hispano durante 2018.
En el caso de las importaciones, España con un 32% ocupó una mayor participación, seguido muy de cerca por México con una representatividad del 28% en este rubro, mientras que Argentina (14%), Chile (6%), Perú (5%) y Colombia (4%), son quienes continuaron en contribución.
Por consiguiente, solo España es un exportador neto de bienes referentes a esta industria en el caso de los países hispanohablantes, puesto que durante el periodo estudiado 2008-2018 presentó una balanza comercial superavitaria y relativamente estable con montos que oscilaron entre los 231 millones de dólares y los 283 millones en 2018. Esta situación contrasta con el resto de los países, en tanto son dependientes del mercado externo para satisfacer su consumo de bienes editoriales, presentando balanzas comerciales deficitarias en todo el periodo, a excepción de Colombia, quien hasta 2012 sostuvo un superávit.
De ahí que Argentina y México ocuparon la segunda y tercera posición en la lista de países destino de las exportaciones españolas de bienes referentes a la industria del libro, al tiempo que Chile se ubicó en la séptima posición (Statista, 2020). Aun así, el valor del comercio en cada uno de los países de habla hispana se vio fuertemente afectado tanto a nivel de exportaciones como de importaciones, con variaciones negativas que oscilaron entre el 29% (México) y el 74% (Colombia) en el caso de las exportaciones, mientras que el monto importado solo tuvo variación positiva en Argentina (53%) y Perú (2%).
Comercio internacional de la industria editorial en los países de la Alianza del Pacífico
Con relación al bloque de países Chile, Colombia, México y Perú, quienes conforman la Alianza del Pacifico (AP), para el año 2018 la industria editorial representó un 31% del total exportado en bienes culturales en la región, con un valor de comercio que ascendió a 217 millones de dólares, al tiempo que las importaciones, con un mayor valor de comercio (549 millones de dólares), solo significó el 24%.
Un análisis retrospectivo a lo largo del periodo 2008-2018 deja entrever una fuerte desaceleración en los valores de comercio internacional en esta industria (gráfico 3). En el rubro de exportaciones, al contrastar el año 2008 con 2018, el declive es cercano al 49%, pasando de exportar 430 millones de dólares a solo 218 millones de dólares en dicho periodo. Por su parte, las importaciones descendieron un 22%, pasando de transarse 706 millones en 2008 a 550 millones durante 2018.
Así pues, la balanza comercial de los países pertenecientes a la AP, vistos como bloque, es deficitaria en el transcurso de la época, con un valor máximo alcanzado en el año 2013 cuando el déficit se situó en niveles cercanos a los 373 millones de dólares, momento en el cual, por cada dólar exportado en productos referentes al sector editorial se importaban 2.4 dólares. Esta relación (importaciones/exportaciones) pasó de ubicarse en 1.6 dólares en 2008 a 2.5 dólares en 2018, lo cual deja entrever una debilidad con respecto a la posición de mercado externo que a la fecha asume la industria editorial en la AP.
En cuanto a la cuota de mercado que tienen los países de la AP en el comercio internacional del sector editorial, es importante ver cómo ésta viene perdiendo importancia a nivel mundial, dado que las exportaciones pasaron de representar el 1.6% del valor comercializado durante 2008 al 1.1% en 2018. Por su parte, la participación de las importaciones se ha mantenido constante durante la década con un valor promedio de 2.8% (UNESCO, 2020).
Ahora, conforme a la estructura y composición sectorial de esta industria, para el año 2018 el subsector Otros libros, folletos e impresos similares representó el 92% de las exportaciones, seguido por Periódico y prensa con un 5%, para finalizar Libros impresos, folletos, prospectos e impresos similares, con el 3%. A nivel de importaciones, las participaciones son del 88%, 3% y 9%, respectivamente.
Gráfico 3. Evolución del comercio internacional de la industria editorial en los países de la Alianza del Pacifico, 2008-2018
Fuente: Elaboración propia con base en datos de UNESCO (2020).
En términos de participación, México, con una cuota del 69%, es el país que más relevancia tiene entre las exportaciones que hace el bloque en materia editorial, seguido por Colombia (19%), Perú (8%), para finalizar con Chile (3%). En el ámbito de las importaciones, México es responsable del 65%, Chile del 13%, Perú del 12% y Colombia del 10%.
En efecto, y visto de manera desagregada, cada una de estas economías es dependiente del mercado externo para suplir su demanda interna por productos editoriales, lo cual bien puede obedecer a las preferencias por autores extranjeros, la reducida capacidad de la industria editorial local para ampliar sus relaciones externas o las dinámicas propias del mercado local que exigen un alto número de contenidos, dejando una menor disponibilidad para exportar, sumando esto a una reducida productividad.
Para conocer a mayor detalle el porqué de este comportamiento en el comercio internacional de los países pertenecientes a la Alianza del Pacifico, es necesario adentrarse en la estructura productiva que este sector tiene en cada uno de los países, así como en las políticas públicas, estrategias y normativas que buscan su consolidación y desarrollo, y el estado actual de su ecosistema e institucionalidad.
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