Hoja de ruta de acción

El resultado que arrojan las diferentes aproximaciones adelantadas en función de la cadena del libro en los países de la AP, a lo largo de los últimos cuatro años, está marcado por enormes posibilidades de crecimiento y trabajo conjunto, de iniciativas que harían posibles dinámicas de mayor intercambio entre los cuatro países —finalidad última de la Alianza—, que enfrentan una serie de factores estructurales que dificultan el avance deseado por todas las partes.

Un aspecto concluyente de estos estudios es que la circulación internacional del sector editorial sigue siendo principalmente de libros físicos; adicionalmente, que las barreras de movilización de estos bienes culturales persisten y no han tenido modificaciones importantes en las últimas décadas. Sin embargo, estas conclusiones confirman que, pese a las dificultades, los agentes generan vínculos y circulan libros y contenidos mediante otros mecanismos que se adecuan a la escala y a la capacidad de riesgo. El interés y la intención de ampliar los mercados internos con oferta de los otros países de la Alianza del Pacifico es latente y viable, pero se deben generar escenarios que contribuyan a mitigar el riesgo percibido por los agentes y generar incentivos para favorecer una circulación permanente.

 

Esto señala dos caminos a seguir y dos niveles de acción simultáneos que permitirían cerrar brechas sobre las líneas generales trazadas inicialmente. El primero debe ser trabajar al interior de cada uno de los países, poniendo en diálogo tanto los logros como las dificultades, teniendo como horizonte, nuevamente, una serie de acciones que  sean sostenibles, constantes y articuladas en el escenario de la Alianza, y en dos escalas que se complementen: a nivel del sector y sus agentes, y a nivel de los gobiernos e instituciones de Chile, Colombia, México y Perú. Para esto es fundamental, como segundo camino de acción, asumir posiciones de conjunto, a pesar de las diferencias sustanciales que se viven en cada uno de los países miembros de la Alianza, además de las acciones particulares que respondan a la necesidades internas de cada uno de ellos con propuestas de corto, mediano y largo plazo que den forma a una agenda pública y organizada que respalde de manera efectiva, con las respectivas consideraciones de recursos tanto económicos como logísticos y de información, además del enfoque y autonomía, que permita el crecimiento y desarrollo del sector en consonancia con los cuatro ejes de trabajo y las once actividades estratégicas establecidas en las conclusiones del I Foro de editoriales y librerías independientes de la Alianza del Pacífico, realizado en el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (2018), refrendadas a su vez en el Encuentro: Rutas y espacios del libro (2019).

 

1.    Planeación y articulación inter- institucional:

 

Fortalecimiento institucional y posicionamiento de la AP. La AP debe consolidarse como un interlocutor reconocible, decisivo y eficaz dentro de las agendas locales y de la región, que movilice las necesidades del sector editorial y las escale dentro del debate político de cada uno de los países. Esto, además de autonomía, le debe permitir un diálogo fluido con las diferentes instancias gubernamentales que juegan un rol determinante tanto al interior de las fronteras como fuera de ellas. Lo anterior solo es posible en compañía de las agencias encargadas de la promoción de la lectura, la industria del libro —privadas o públicas—, los encargados de las estrategias de comercio exterior y culturales, hasta llegar a los diferentes públicos.

 

Si bien lo anterior es una construcción de largo aliento, que requiere de consensos y ajustes, es fundamental establecer un “manifiesto”, una declaración de principios y objetivos cuantificables que le permita conducir sus diferentes acciones de forma articulada. Esta definición de alcances, intereses, recursos y programas, así como una comunicación fluida con los diferentes agentes del sector, la posicionaría como un interlocutor válido, así como un espacio de construcción conjunta de modelos de política pública a corto, mediano y largo plazo. Además, es necesario buscar un equilibrio permanente entre las partes que garantice una diversificación de alternativas que nutra la labor de los agentes del sector y estimule su crecimiento en todas las escalas y modelos de negocio identificados.

 

Articular y coordinar las acciones y recursos de las instituciones públicas y privadas para el diseño e implementación de la presente ruta. Este aspecto depende en gran medida del anterior. La intermitencia en la operación actual de la AP requiere de una disposición de recursos de todo tipo y la definición de un modelo colaborativo y más ágil que debería ser compartido por todos los miembros de la Alianza, para establecer con mayor precisión una agenda donde se aporten experiencia y recursos para un conocimiento más profundo de la realidad de la industria de cada uno de los países y, así, una incidencia real en el panorama. En este orden de ideas, además de definir mecanismos oportunos de interlocución y financiación es necesario que a nivel gremial en cada país haya un seguimiento por parte de los eslabones de la cadena que puedan ser interlocutores y referentes para el sano desarrollo de las propuestas y las actividades a realizar. Esto es imprescindible ante los eventuales movimientos al interior de instituciones de gobierno que terminan por dilatar la toma de decisiones sobre los puntos señalados en la agenda existente.

 

Reconocimiento de la importancia estratégica de la circulación de los libros, agentes y agendas culturales editoriales en las instancias culturales y desarrollo económico de los países miembros de la AP. En este sentido, y gracias a la buena recepción de los objetivos que proclama la AP, se propone continuar este enfoque en los próximos años con una definición oportuna de agenda y participantes que, a su vez, logre articularse con eventos como las ferias internacionales del libro de Bogotá, Lima y Guadalajara, además de espacios en Chile como la Primavera del Libro o la Furia del Libro, en donde se pueda ahondar en aspectos y situaciones particulares de cada país o experiencias similares en otros contextos. Un ejemplo de lo anterior es la Ruta Iberoamericana del Libro que impulsó, en su momento, el Instituto Distrital de las Artes de Bogotá y que puede ser un modelo para la exploración de intercambios entre diferentes agentes como editores, distribuidores y libreros, bajo el buen auspicio de la AP.

 

Realizar un estudio comparado de marcos legislativos, administrativos y de política pública para el fomento de la circulación del libro en los países de la AP. Además de la identificación de posibilidades y obstáculos, cuestión en la que se ha avanzado, es necesario profundizar en el desarrollo de una batería de insumos que permita el esclarecimiento real de las barreras comunes de comercio internacional y las de cada país. Esta revisión debe precisar y actualizar un comparativo de las diferentes leyes del libro para lograr una comprensión integral de todos los aspectos relativos a la producción editorial en cada país, así como los aspectos que determinan la sostenibilidad de los proyectos de distribución entre la Alianza. Además, debería incluir en las próximas investigaciones o actividades un apartado sobre transporte, comercio internacional, control fiscal y mecanismos de impresión por demanda, entre otros, en función de ampliar la circulación de contenidos entre la AP a futuro.

 

Articulación con proveedores de servicios para el comercio internacional y transporte. Es claro que algunos de los puntos señalados anteriormente se verán sujetos a las lógicas internas de cada país, desde fuerzas que impulsan y otras que reaccionan a la búsqueda de una mayor circulación entre los países, pero una acción puntual que no requeriría de la implementación de un alto capital político es la gestión de acuerdos con empresas de transporte que puedan agilizar y hacer más económica la circulación de los libros entre los países de la AP. Estos acuerdos impulsarían la labor a pequeña y mediana escala de agentes como los libreros o los distribuidores en la búsqueda de la construcción y ampliación de un mercado común. Este primer objetivo es realizable en un corto plazo. Argentina es ejemplo de ello y los resultados saltan a la vista. Es necesario facilitar la salida y la llegada de libros para incentivar los intercambios que se han propuesto, sin que esto implique un alto riesgo para las partes y un incremento en los precios de los libros que, en la gran mayoría de casos, termina por afectar a los lectores, sin importar en qué país se encuentre.

 

2.    Generación y difusión de la información

 

Directorio de agentes: Mapeo y caracterización de agentes editoriales de la AP. A pesar de que en este aspecto se han hecho avances, aún resulta necesario continuar con el ejercicio de identificación, caracterización y articulación de los diferentes  roles y eslabones de la cadena del libro. Dedicar una mayor atención a otros participantes como los agentes literarios, las instituciones de fomento a la lectura, educativas, además de los transportadores, agentes aduaneros y la red de impresión por demanda presente en la extensión de la AP, mencionados anteriormente. Esta construcción pormenorizada es vital para el apalancamiento de otras formas de circulación acordes con las realidades del consumo en la AP. Un ejemplo que resulta atractivo es el Sistema de Información Cultural -SIC México. A esto se puede sumar instructivos que definan con claridad los procesos relacionados con el funcionamiento de diversas instancias: desde trámites aduaneros hasta los estatutos para la constitución de empresas en los países de la AP, por solo mencionar un par de ejemplos.

 

Sistema de Información de la oferta editorial: catálogo digital integrado de la oferta editorial de los países de la AP. Se reitera la necesidad de establecer sistemas de información transparente y de calidad, que requieren de la definición de una serie de categorías y protocolos que pueda ser apoyado por entidades oficiales además de los esfuerzos realizados por los gremios locales. Esto para estandarizar procedimientos y vincular de manera satisfactoria y equitativa a los diferentes eslabones de la cadena como un proyecto de país y región. Este tipo de acciones se pueden extender a campañas para la sistematización estandarizada de librerías en proceso de consolidación o que puedan crearse bajo un modelo que busque ampliar el número de puntos de venta fuera de los centros urbanos privilegiados históricamente por este tipo de oferta. Ejemplos en esta dirección serían Colombia lee, adelantada por la Cámara Colombiana del Libro o el trabajo realizado por Metabooks, quien tiene una fuerte presencia en México.

 

Capacidades empresariales de gestión de información. Otro aspecto muy necesario es la producción de información de alta calidad desde el origen. Esto brinda confianza y solidez a los diferentes tipos de intercambios que se den en la AP. Además del pago oportuno de las obligaciones que pueden llegar a existir, generar plataformas ágiles y transparentes que faciliten el control y seguimiento por parte de los mismos agentes garantiza el buen funcionamiento de las iniciativas comerciales o de divulgación.

 

Llegada al consumidor y recepción de la oferta. Una dificultad propia del tipo de seguimiento que se hace a la cadena del libro es la imposibilidad de establecer vínculos con los consumidores finales. Si bien este intercambio hace parte de los atributos de los intermediarios de consumo, se evidenció la necesidad de comunicar estratégicamente no solo la existencia de la AP, sino el ecosistema que intenta fortalecer, en este caso, el sector editorial. Para esto es necesario hablarle al lector, producir contenidos, visibilizar la oferta editorial de cada país, los avances de sus tejidos libreros, el impacto de sus ferias del libro, etc. Iniciativas como Publisher’s Weekly en español, donde Librerías El Sótano de México juega un papel destacado, o la experiencia de revistas como Buensalvaje de Perú, W Magazine desde España, la extinta Arcadia en Colombia y otros medios, además de nuevas estrategias en redes sociales se convierten en oportunidades, referentes y socios para aumentar de forma sostenida el nivel de exposición que requiere un proyecto de esta naturaleza.

 

3.    Fortalecimiento de redes de trabajo

 

Fortalecimiento de capacidades a través de redes de conocimiento. Muchos de los esfuerzos realizados en este sentido han demostrado los beneficios de poner en diálogo a los diferentes agentes de la cadena. Esta es una labor que a través de los foros y encuentros presenciales que se realizaron durante 2018 y 2019, y los virtuales que se desarrollaron de forma espontánea por diferentes actores durante los meses de confinamiento y retorno a la normalidad, han permitido, de forma muy rápida, el relacionamiento y la circulación de conocimiento, a la vez de instalar un escenario de construcción desde el mismo sector según los valores y atributos de cada agente con sus pares u otros con los que pueden llegar a ser semejantes. Es precisamente por lo anterior que no se deben abandonar estos espacios y dinámicas; por el contrario, en la capacidad de articulación y sumatoria de escenarios puede garantizarse la activación de proyectos y la sostenibilidad de los vínculos existentes.

 

Generación de espacios de trabajo en red y articulación con plataformas de negocios existentes. En el sentido señalado anteriormente, los esfuerzos por construir relaciones estables y duraderas entre los diferentes agentes de la cadena del libro tienen que buscar una mayor articulación con espacios en donde la generación de intercambios comerciales vaya en aumento. De la misma forma, integrar con claridad las actividades y aspectos señalados por la AP a espacios que fueron relevantes en su momento, como MicSur o las jornadas profesionales a realizar en cada una de las ferias del libro que hacen parte de la agenda regional, pueden ser puntos de partida para la creación de nuevos mercados secundarios que, de la mano con el estímulo a la creación de librerías y redes entre los cuatro países, pueda ampliar el circuito y la dependencia con los centros urbanos, normalmente las capitales de los países, de oferta editorial ya consolidados. En este sentido, vale la pena recordar proyectos como los de las librerías itinerantes realizadas en Colombia por la ACLI con el apoyo del Ministerio de Cultura. También adelantar una revisión sobre el funcionamiento de las agremiaciones y asociaciones, no solo de libreros, que desde una lógica de fortalecimiento institucional pueda marcar pautas comunes. Lo anterior teniendo claridad sobre la diversidad de modelos que hay en cada país y la posibilidad de generar redes, por eso, regresando al caso colombiano y en relación con las ferias del libro en región, es necesario que se planteen programas que permitan, por ejemplo, crear librerías capaces de entender las características de cada municipio y que esté dispuesta a construir comunidades lectoras que a su vez hagan posible la viabilidad de este tipo de proyectos.

 

Desarrollar una plataforma propia que permita el reconocimiento de los actores del sector, y posibilite establecer conexiones para desarrollar actividades económicas conjuntas. Este escenario complementario debería permitir a los agentes tener un perfil de la organización, así como sus intereses de relaciones con otros agentes del resto de los países. El directorio, resultado de este trabajo, es un insumo que sirve de referente de los perfiles de interés. Este universo puede ser ampliado en cada uno de los países. Adicionalmente, la plataforma debería posibilitar la gestión de conocimiento del sector, junto con una programación de actividades y servir como repositorio para la información que se genere alrededor de la AP. Sería ideal para generar incentivos de trabajo en la red existiera un portafolio de estímulos que posibilite el desarrollo de proyectos conjuntos (creación, gestión de derechos, coedición, distribución, entre otros).

 

4.    Gestión y creación de fuentes de financiación

 

Generar mecanismos para la cofinanciación del riesgo de estrategias de circulación. Para el caso de los editores y distribuidores es conocida la difícil relación comercial y la desconfianza que pese a lo atractivo de otros mercados se ha instalado entre los diferentes actores pertenecientes a los países de la AP. Además de algunas de las prácticas sugeridas anteriormente, es necesario buscar alternativas que desde la política pública de cada uno de los países en el marco de la Alianza pueda impulsar un comercio exitoso y sostenido en el tiempo. Una alternativa es la de considerar fondos que respalden actividades que puedan garantizar los pagos oportunos a proveedores dentro de líneas de trabajo aprobadas de forma consensuada para posibilitar a mediano plazo una relación fluida para toda la cadena.

 

Fomentar la generación de líneas de estímulos en los países miembros de la AP para la circulación de contenidos editoriales y agentes. Si bien es necesario fortalecer los portafolios de estímulos, Colombia es un buen referente para compartir modelos exitosos: ya se mencionaron las becas para librerías y las pasantías para la formación a libreros, así como la participación en ferias regionales auspiciadas por el Ministerio. A su vez, retomar el análisis de proyectos como Educal en México o varios de los programas de la Oficina del Libro de Chile, especialmente lo que tiene que ver con procesos de internacionalización son fundamentales para reconocer las estrategias susceptibles de mejorarse y replicarse. Esto es una revisión comparada y complementaria de las políticas de estímulo para la edición y el libro en cada país.

Adicionalmente, cabe mencionar la necesidad de hacer balances sobre las políticas de internacionalización del libro en la región. Urge realizar un estudio que integre los resultados de acciones como la participación en ferias del libro en la última década hasta proyectos recientes como el de Reading Colombia que, por ejemplo, no contempla la circulación en la misma lengua ignorando un mercado cercano y sobre el cual giran los esfuerzos de la Alianza del Pacífico.

 

Establecer fondos concursables de alcance AP. Dentro del horizonte de posicionamiento de la AP como un agente determinante en la región, cabe la posibilidad de gestionar una serie de fondos de destinación específica o libre a través de concursos para su adjudicación o la fijación de montos para el apalancamiento de proyectos dentro de una serie de parámetros que respondan al espíritu AP. En este orden de ideas el repertorio es amplio y garantiza la generación de vínculos directos entre la AP y los agentes del sector de cada país.

 

A continuación algunas ideas surgidas en el diálogo con los agentes entrevistados:

 

  • Compra de derechos, apoyo a traducciones y coediciones para editoriales independientes de los cuatro países.
  • Apoyos para la edición e impresión de contenidos de origen AP en los otros países que conforman la Alianza.
  • Coparticipación en concursos y proyectos autogestionados por agentes de la AP.
  •  Estímulos para empresas que desarrollen estrategias y proyectos de distribución en las diferentes escalas mencionadas a lo largo del documento.
  •  Impulso de festivales, ferias y otras actividades de programación cultural que cuenten con la participación de autores y otros agentes de la AP.
  •  Gestión de mecenazgos con empresas de origen AP para proyectos editoriales en la Alianza.
  •  Premio a la gestión AP en categorías como creación literaria, editorial, distribución y librerías.
  •  Becas de movilidad de agentes AP para generar intercambio de conocimientos, así como viajes de reconocimiento y generación de redes entre los diferentes agentes de la AP.
  •  Sello AP a los proyectos apadrinados y a los agentes destacados.

 

***

Lo anterior, reiteramos, son líneas generales sobre las cuales pueden establecerse y diseñarse un plan de trabajo que debe tener la capacidad de sintonizar las necesidades de unos agentes de diferentes escalas en función de unos públicos por construir. Es, no sobra decirlo, un trabajo que requiere constancia y hacer explícito un principio de equidad y balance entre los diferentes tipos de actores de la AP y asumir la dimensión regional más allá de la representación inmediata de cada país.

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